Donde casi comenzó
- infoterrabacchus
- 18 nov
- 3 Min. de lectura
Hay viajes que comienzan con intención, y otros que comienzan sin que lo sepamos: semillas silenciosas que esperan, a veces durante años, antes de revelar en qué estaban destinadas a convertirse.
Cerré un capítulo de viaje y otro comenzó en el fin del mundo.
Hace quince años viajé a Finisterre , el extremo occidental de Galicia, un lugar cuyo nombre antaño señalaba el fin del mundo conocido. Mi madre, con la sensación de tener algo pendiente, una fuerza que no podía explicar del todo, me dijo claramente: «En este viaje, en algún momento quiero ir a Finisterre». Mi bisabuelo había sido el farero allí, un hombre que vivía rodeado de viento, piedra y el ritmo incesante del Atlántico.
No sabíamos casi nada de él.
Huyó a Cuba cargando con historias que nunca contó en voz alta. El trauma tiene su propio silencio, y lo persiguió a través del océano.
Lo que quedó fueron fragmentos: un rumor, una sensación.
De pie frente al faro, con el mar rompiendo contra las rocas, sentí algo moverse que aún no puedo describir del todo. No buscaba respuestas, pero el lugar tenía su propia manera de dármelas.
Mientras estábamos sentados alrededor de una mesa redonda en un restaurante, mi madre le preguntó a la camarera si conocía a alguien en el pueblo con nuestro apellido. Pusimos los ojos en blanco, hasta que la mujer dijo: «Pues sí». Llamamos a algunas puertas. Una estaba abierta; entré. Una anciana tejía tranquilamente. Le explicamos cómo habíamos llegado allí y, mientras mi madre desplegaba su certificado de nacimiento, pronunció el nombre de mi bisabuelo. De repente, un anciano que nadie había visto al otro lado del salón asomó la cabeza por debajo de su gruesa manta y dijo: «Señora, llame a Olga; esta gente tiene un pariente aquí». Para mayor sorpresa de todos, este hombre había sufrido un derrame cerebral. Encontramos a un pariente vivo cuya existencia desconocíamos; la historia se complicó de maneras que jamás hubiéramos imaginado. Surgieron detalles, se revelaron historias y los silencios de generaciones se abrieron lo suficiente para dejar entrar la luz. Aprendimos quién era antes de Cuba y en quién intentó convertirse después. Sobre las cosas que llevaba consigo y las que tuvo que dejar atrás… nueve hermanas.
Nos hablaron de una galería dentro del faro que exhibía fotografías antiguas de su historia, y en la mayoría de ellas lo vi a él: a mi bisabuelo, sentado a una mesa con vino, con música, con otras personas.
Un hombre que amaba la compañía.
Un hombre que amaba la mesa.
Un hombre que llevaba toda una vida detrás de sus ojos.
Fue la primera vez que me sentí verdaderamente conectado con su historia; una conexión que no se basaba en los hechos, sino en la atmósfera: el tipo de hombre que era, su forma de vivir, las reuniones que lo marcaron. Fue el primer momento en que comprendí que la identidad no se hereda a través de la información, sino a través de los gestos, del gusto, del instinto.
Fue revelador y nos puso los pies en la tierra.
Y sin embargo, mirando hacia atrás, la verdad es esta:
Terra Bacchus no empezó con Calaceite, ni con un café, ni con una botella de aceite de oliva.
Comenzó en aquel acantilado de Finisterre... casi.
Una chispa, todavía no un fuego.
Quince años, muchos capítulos y varios países hicieron falta para que esa semilla creciera hasta convertirse en la vida que tengo ahora: un hogar en Calaceite, la creación de Terra Bacchus y un proyecto dedicado a los mismos placeres que mi bisabuelo apreciaba: la mesa, la tierra, la gente, el arte de reunirse.
A veces, los comienzos de nuestras historias más importantes permanecen latentes durante años, esperando el terreno fértil adecuado.
La mía esperó hasta que llegué a este pueblo de casas de piedra y olivos, a este paisaje de luz, a esta comunidad que se siente a la vez antigua y nueva.
Solo aquí aquella chispa inicial encontró lo que necesitaba para convertirse en algo real.
Y tal vez eso sea todo lo que Terra Bacchus es, en su esencia —
Un retorno, una continuación, una tabla finalmente puesta.
Una historia que comenzó casi en el fin del mundo… y encontró su lugar aquí.

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